domingo, 25 de noviembre de 2007

Tilonorrinco


En el vídeo el final de “La lengua de las mariposas”, película inspirada en el cuento homónimo de Manuel Ribas de su libro “¿Qué me quieres, amor?”. En ella el recientemente fallecido actor y escritor Fernando Fernán Gómez interpreta el papel de un viejo profesor rural (don Gregorio) que durante el alzamiento militar del 36 es hecho prisionero de los insurgentes por sus convicciones políticas. En un clima de alta represión, los vecinos del pueblo, conocidos y compañeros de ideales del maestro se han sumado al coro de los verdugos que, apostados a las puertas del ayuntamiento, le increpan en un intento desesperado por negar públicamente toda pasada relación con él y salvar el pellejo; entre ellos, sin escatimar lágrimas y llanto de impotencia ante la propia cobardía, el padre del que fuera alumno predilecto de d. Gregorio.

Si hoy día, lejos en tiempo y lugar de conflictos civiles de tamaña crudeza se puede echar a faltar infinidad de veces ese sentido de la dignidad humana que nos distingue de los insectos (de esos insectos capturados por el niño apodado “Gorrión” junto al maestro durante las excursiones realizadas a la vera del río, por los montes y los bosques con la esperanza cercenada, al igual que la de la anhelada bicicleta de un verano improbable en el drama teatral de Fernán Gómez, de estudiarlos a través de la lente de un microscopio) ¿qué puede esperarse en una época de posguerra como la que refleja la sombría tragedia humana retratada por el director José Luís Cuerda?

A menudo oímos decir en los medios de comunicación que el miedo es libre para disculpar, por ejemplo, a algún edil del PP o del PSOE que ha dimitido de su cargo en algún ayuntamiento del País Vasco por no soportar la presión ejercida por las amenazas de los grupos violentos; nada más falso, puesto que el miedo no es un sentimiento que se genere por propia decisión, y esto es lo que hace al fin y al cabo tan respetable y merecedor de nuestra comprensión el abandono de esos hombres y mujeres que lo que querrían es seguir trabajando por su pueblo, sus ideas, su partido. El miedo es algo a lo que nadie es impune (el miedo a la muerte, al dolor, a la enfermedad, a la pérdida de empleo, a la humillación…) y lo que distingue a la postre a los seres humanos es el papel que libremente adoptamos dentro de un drama de por sí impuesto a partir de nuestra llegada al teatro del mundo.

Valga este pequeño fragmento de película como humildísimo recuerdo blogero a Fernando Fernán Gómez, un artista que, con su trayectoria y el testimonio de su trabajo ha ayudado y ayudará a liberarnos por unos instantes, en este breve trance de la vida, de la mezquina realidad en la que vivimos inmersos, aunque sea a través de su representación sublimada.

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