No ver, no oír, callar...

... (“mizaru", “kikazaru” e “iwazaru”). A la famosa talla en madera de los tres Monos Místicos de un templo de Japón se le atribuyen varios significados: uno simbólico de representación de la cobardía, la mezquindad..., y otro de representación de la sabiduría.

La realidad o esa cosa que es la actualidad, inaprensible y estúpidamente cambiante (nunca en su esencia) tiende a torcer el gesto de su víctimas a través de los sinsabores del día a día, grandes y pequeños, de modo que al finalizar la jornada les cueste reconocerse a sí mismos ante el espejo. Y a partir del recuerdo de los macacos el presentimiento de que tal vez fuese preferible huir (en un sentido de exilio interior) siquiera por una cuestión de pura higiene mental.

Pero la realidad es pegajosa, y encima los acólitos de sus hacedores exigen que se la aplauda. Algunas de las reacciones habidas en nuestro foro al último artículo sobre ASPADEM son muy significativas al respecto.

Y es que si puede tolerarse, según la lectura que hacemos de dichas reacciones, una marginal muestra de rechazo que indicaría tan solo un malestar pasajero, el que ésta se repita una, dos, tres, varias veces... sería la prueba de una escasa capacidad de adaptación a la visión del mismo espectáculo, esto es: mala fe, una predisposición militante a llevar la contraria o, lo que un kapo definiría como “politizada”, la última definición que nuestros enemigos han dedicado a la labor de este blog. ¿Por qué no motejarlo abiertamente de antisocial? Sorprendente la pretendida baja estima del susodicho hacia la "política" en su defensa de un grupo político, precisamente.

Pero a todo esto, y trayendo a colación las reprimendas de la avanzadilla enemiga en el sentido de negarnos en calidad de ciudadanos legitimidad para tratar de ciertos asuntos dada su especial delicadeza, así como el clásico dilema sobre el huevo y la gallina... ¿qué es antes: la definición o etiquetado ideológico de un sistema de crítica y pensamiento, o ese sistema de pensamiento que merecería dicho etiquetado?

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A veces, decimos, la escapada o el hacer oídos sordos y ojos ciegos al panorama municipal (el social, no el político del que es su derivado) se ofrece como una perspectiva plausible; como también una excursión a Bagdad, porque aunque tal como está allí la situación parece una aventura peligrosa, una vez has salido de Murcia qué hermosa eres el resto del viaje se debe de hacer de lo más liviano.

Cuando por diversos motivos no se está en condiciones de sacudirse la caspa de esta nuestra dura realidad colectiva, existe la opción, por ejemplo, de irse al cine (acordándonos de otro lector que aportó en el foro del artículo sobre ASPADEM la ficha técnica de "La ley del silencio", película de Elia Kazan, aquel soplón que fue del servicio del Comité de Actividades Anti-americanas); el cine, que ya supone una escapada por partida doble: de Mazarrón, naturalmente, pero también de las feas “distracciones” de la cotidianeidad municipal. Escapar para descansar del espectáculo de la realidad, sí, pero sublimada; porque solo cuando las artes no abstractas alcanzan ese mínimo grado de elevación a la que nos referimos se goza de la impresión de que dicha huida se ha realizado con todas las de la Ley (con perdón). Así, por ejemplo, es posible presenciar en escena a Otelo anudando un pañuelo al cuello de Desdémona con el placer que ofrece el distanciamiento estético. De lo contrario, y si de cine hablamos… pues ¿qué otra cosa que podemos decir?: que resulta fastidioso, porque el coste de la entrada en los cines de las salas comerciales ya es de por sí un atraco a mano armada.

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Lo del cine viene muy oportuno, por cierto, para reseñar el estreno reciente de una película en las salas como ejemplo bastante tremendo de aquello que no cumpliría ni por asomo con los requisitos necesarios para elevarnos sobre esas circunstancias terrenales: “Gomorra”.

Adaptación del libro homónimo de un escritor italiano llamado Roberto Saviano, la película es un retrato descarnado de la mafia napolitana, la famosa Camorra de toda la vida o, como parece que lo llaman los macacos napolitanos, El Sistema. El libro ha obligado al hombre a vivir escoltado desde que se levanta hasta que se acuesta tras su publicación.

Todo un documental, nada de licencias de autor: solo este mundo y para de contar.

El fenómeno "Gomorra" llega al cine. -Enlace a reportaje del diario El País-