Una vez pasado el umbral, cruzando señorialmente la alfombra nos encontramos a la derecha con una especie de oficina de información, como si de una extensión de la oficina de turismo se tratase que ya nos anticipa lo que nos vamos a encontrar y la de gracias que hemos de dar por lo bien que se ha restaurado todo y tal y cual.
A la derecha, en el lugar por el que su momento pasaron dependencias varias (incluidas las de la policía local), donde estaba la antigua caja fuerte y demás, pues, como decía, a la derecha se ubicará al parecer el departamento de protocolo, lugar destinado a aquellos elegidos para la gloria del régimen, adeptos o que hayan demostrado una larga trayectoria de connivencia con el mismo. Un lugar desde el que se proclamarán los logros obtenidos de tan magnánima gestión de la que los mazarroneros podemos disfrutar y desde la que se lanzarán loas de agradecimiento porque las cosas son como son y no son de otra manera.
Si seguimos hacia el interior, bajando a la antigua cárcel, nos encontramos con un espacio diáfano que recoge realmente a lo que aspira Mazarrón. Un cubo de playa nos anuncia ese turismo de las tres “pés”, playa-pipas-pala, que tantas alegrías nos va a traer a todos, porque claro, en vista de lo que se está haciendo, Mazarrón no sacará los pies de plato y seguiremos siendo “ad eternum” lugar turístico residencial de segundo orden.
Después de visitar la antigua cárcel, en la que tampoco sé quien será el encargado de retirar el pegote de almagra (con lo que pringa eso) que hay en una de las recién y flamantes recién restauradas ventanas, volvemos sobre nuestros pasos para dirigirnos a la planta noble del edificio.
La planta noble se denomina así porque ahí es donde tradicionalmente ha residido el órgano de poder y gobierno máximo del municipio. Una vez en ella, podemos comprobar con horror cómo los elementos que tanto valor le dieron en su día, sencillamente han sido arrancados de la pared (no sabemos ya su destino), y que todo, absolutamente todo ha sido sustituido, con excepción del mobiliario que fue restaurado en su día.
En este punto, el arranque de papel original de
Por cuestiones de estética o mala conservación del original se admite que un fragmento, incluso un paño entero del papel que cubría el Salón de Plenos se reproduzca o sustituya porque de ese, claro está, no se hace hoy día. Pero de ahí a desecharlo todo es algo demencial. Un hecho que da idea no sólo de la calidad técnica de algunos, sino también de su calidad humana y (repito) el empeño y cariño que ponen al tratar las cosas pocas valiosas de este pueblo que van dejando.
"El saqueo de Roma" (Heinrich Leutemann)
Una vez tomada la “pesaombre”, subimos a la última planta, destinada a Sala de Exposiciones y, claro, como se nos acabaron las ideas, pues repetimos otra vez. Y para mayor gloria, ensalmo y congratulations, colgamos (en el summun de la autocomplacencia) los ganadores del Concurso de Pintura al Aire Libre de las ediciones pasadas como exposición permanente. Una “guinda de calidad” a un magnífico proceso de restauración.
Un proceso de restauración en el que Mazarrón ha demostrado una vez más ser pionero, abriendo nuevas vías en el concepto de conservación, restauración y tratamiento del patrimonio. Una iniciativa pionera que, al igual que eso de las “playas temáticas” a nadie más en todo el mundo mundial se le ocurre seguir.
De momento las opiniones que se han escuchado no han tardado en señalar el “crimen” que se ha cometido con
Lamentablemente la cosa ya está hecha. Tan sólo nos queda desear que episodios como el que acabamos de presenciar no vuelvan a repetirse porque, a lo mejor algunos no se dan ni cuenta, pero los que saben mirar entienden perfectamente que con actuaciones así, el poco patrimonio que nos queda acabará como el papel del Salón de Plenos.